sábado, 20 de junio de 2009

jueves, 18 de junio de 2009

SAÍDA DE 3º CICLO DE EP

O venres 12 o alumnado de terceiro ciclo de EP realizou unha saída cultural pola zona de Vimianzo, Cabana de Bergantiños e Camariñas.

Comenzamos a visita no pazo museo das Torres do Allo. Continuamos polos muíños e batáns do Mosquetín, recibindo información sobre o seu funcionamento.

O dolme de Dombate espertou grande interese, podendo ver o traballo dos arqueólogos que estaban a realizar o seu labor. Tanto no dolme coma no castro de Borneiro, recibiron unha interesante explicación por parte de Lito, un estupendo guía.

Despois de dar conta do xantar imos ao castelo de Vimianzo para rematar no cabo Vilano, que impresionou bastante. Alí coñecemos o museo de interpretación dos faros.

Tras unha breve parada en Camariñas, para tomar un refrixerio, regrasamos a Pontedeume.

CHARLA EN 5º

Seguindo coa colaboración familia-colexio, o xoves 11, os alumn@s de 5º de EP tiveron unha charla informativa a cargo de Francisco Javier Reimúndez Irrutia.Expuxo ao alumnado a parte máis descoñecida dunha das empresas da zona relacionada coa automoción: peritaxe, reparación, taxación…. A maioría dos alumnos, e aínda que saíndose algo do tema, interesouse polas distintas marcas de coches, pezas, accesorios…



Agradecemos a súa colaboración.IMG_1553

miércoles, 17 de junio de 2009

CHARLA DO INFORMADOR DA COMANDANCIA DA GARDA CIVIL DE A CORUÑA

IMG_1534O 1 de xuño o alumnado do colexio, desde 5º de Primaria ata 4º de ESO, tivo unha interesante charla sobre os perigos que ofrece un mal uso da Internet, impartida por D. Fernando Villar, Garda Civil.

O tema resultou sumamente interesante e o alumnado, participou activamente coas súas preguntas,  sendo moi ben valorado por tod@s.

O noso agradecemento a D. Fernando pola súa colaboración.

lunes, 8 de junio de 2009

Excursión de fin de curso do 1º ciclo de E.P.

O día 1 de Xuño os nenos de 1º e 2º de Educación Primaria realizaron a saída a Granxa Escola Serantellos de Cambados .

Disfrutaron facendo distintos obradoiros , xantaron todos xuntos e logo foron a visitar o Acuario do Grove. Aprenderon moitas cousas sobre os animais da granxa  ,as plantas e os peixes. Os monitores non daban abasto a contestar as preguntas que lles facían.

Foi un día ben aproveitado no que tamén o tempo nos axudou .

acuario

Los mejores cuentos

Como habíamos anunciado en noticias anteriores del blog, publicamos una selección de las adaptaciones de cuentos populares que hicieron nuestros alumnos con motivo del Día del Libro. Como muestra, hemos escogido un trabajo de cada curso, desde Educación Infantil-tres años hasta 4º de ESO. Gracias a todos por su participación.

El león Isabelino

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Bolt

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Viaje al espacio

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Paco Juan y los cuarenta presidiarios

Ismael 4º ESO


Éranse una vez dos hermanos que vivían en Madrid. El mayor, Carlos, era un hombre muy rico y vivía en un lujoso piso en el centro de la capital. El otro, Paco Juan, era un hombre muy pobre que vivía en el campo, a las afueras de la ciudad. Carlos nunca iba a visitar a su hermano porque le daba vergüenza que sus amigos le vieran en compañía de un campesino.


Cierto día, Paco Juan salió camino a la ciudad. Para llegar tenía que atravesar un bosquecillo, así que cogió su bicicleta y se marchó en ella. Llevaba dos sacos de patatas colocados más mal que bien en la bici, así que la marcha era muy lenta. De hecho, era tan lenta que al atardecer aún no había llegado a Madrid, así que paró a descansar en un claro.


En ese momento, nuestro protagonista oye unas voces. Primero se le pasó por la cabeza ir a saludar, pero lo que escuchó le hizo cambiar de opinión: ¡Corred, malditos! ¡Apurad u os llenaré la cabeza de plomo!


Temiendo por su vida, Paco Juan se subió a un árbol y se quedó agazapado. Cuando se atrevió a asomar la cabeza, se encontró con cuarenta hombres vestidos con trajes de rayas blancas y negras. ¡Presidiarios!, pensó.


El más alto de todos tomó la palabra: ¡Vale, malditos! Hemos llegado. Ahora, entremos. Tras decir estas palabras, se acercó a una piedra y la giró. Dentro había una especie de teclado, en el cual escribió unas palabras. Paco Juan supo cuales eran porque el hombre las iba deletreando: A-b-r-e-t-e-S-otra e- s-a-m-o. Seguidamente, apretó un botón verde en la piedra y, con un leve chirrido, el suelo se abrió, dejando ver unas escaleras y unas paredes metálicas. Sin mediar palabra, los cuarenta forajidos entraron dentro.  Fue ahí cuando Paco Juan vio que cada uno llevaba un saco.


Después de que se cerraran las puertas, nuestro pobre amigo no se atrevió a moverse por temor a que los forajidos le descubrieran y le matarán, así que pudo ver como salían de allí… sin las bolsas.


Superados sus miedos, se acercó a la piedra, la volteó y escribió en ella la frase ¡Ábrete, Sésamo! Tal y como sucediera antes, se abrió el suelo y Paco Juan entró.


Sus ojos se abrieron como platos al ver la cantidad de dinero que ahí había. Miles de fajos de billetes de todas las clases, apilados por regiones, llenaban la enorme estancia. Se sorprendió al ver dólares, pesetas, francos y algunos tipos de billetes que no supo identificar. Sin perder tiempo, salió a buscar su bicicleta, vacío los sacos de patatas, los llenó de billetes y salió corriendo de allí.


Al llegar a casa, su mujer se extrañó de verlo tan nervioso. Sin embargo, en cuanto vio el dinero, se puso a temblar de emoción. Tal era la excitación que tenía que no era capaz de contarlo, así que decidió apilar los billetes en fajos y meterlos en un maletín para llevarlos al banco, pero como sus maletas estaban viejas y raídas y podría perder el dinero decidió ir a la ciudad al día siguiente y pedirle una a su cuñada.


Era ya medio día cuando Rocío, la mujer de Carlos, recibió a Claudia, la esposa del hermano de su marido. Le pareció extraño que le pidiese un maletín, por lo cual decidió echar un poco de pegamento de secado lento en una esquina del mismo para ver así para que iba a usarlo. Así lo hizo y, cuando a la noche se lo devolvió, se encontró un billete de alto valor de una moneda desconocida.


Llena de envidia, se acercó a su marido y le gritó: ¡Siempre me has dicho que tu hermano es pobre! ¿Cómo es que comercia con dinero extranjero de tanto valor?


Carlos, dolido por no haber tenido noticias de su hermano, fue a verle. Tras una acalorada discusión, a Paco Juan se le escapó la manera de la que había obtenido el dinero. Le pidió a su hermano que no fuera, dado que era muy peligroso.  Tras convencerle de que no lo haría, Carlos volvió a su casa, alquiló un camión de grandes dimensiones y una carretilla y se dirigió al bosque.


Tras aparcar el camión en el linde, llegó al lugar que Paco Juan le había indicado y maravillado comprobó que la historia era cierta. Sin perder tiempo, entró y… se encontró cara a cara con los cuarenta presidiarios.


Estos, extrañados al ver patatas en el suelo de su guarida, habían decidido montar guardia por si alguien había descubierto su escondrijo.


Al ver entrar a ese hombre, le pusieron una pistola en la cabeza. En que parecía ser el jefe le dijo: ¡Maldito! ¡¿Cómo osas robar al Rebana y a su panda?! ¡Morirás por mentecato!


Carlos, suplicando de rodillas, juró y perjuró que él no había sido, que el culpable era su hermano y que les diría dónde vivía si le dejaban libre. Los ladrones aceptaron y Carlos fue en busca de su mujer y juntos huir del país.


Unos días más tarde, a la noche,  Paco Juan recibió la visita de un hombre que decía ser butanero y que traía cuarenta bombonas. Al parecer se había perdido y pedía descansar en la casa de nuestro protagonista a cambio de un dinero. Paco Juan le impidió pagar y lo sentó a la mesa.


Claudia se quedó sin gas en la cocina y decidió ir a coger una bombona de su invitado, pensando en pagarle luego. Cuando se acercó a una para cogerla, una voz le dijo: ¿Ya es hora? Imaginando con horror la identidad de la voz, se le ocurrió decir que aún no. Bombona tras bombona le pasó lo mismo hasta que llegó a una que si que era de gas, la cual pensó en llevarse. Sin embargo, se le ocurrió otra idea. Llamó a su marido diciendo que había visto algo raro fuera y que por favor fuese. Paco Juan se disculpó con su huésped y fue a ver qué pasaba. En esto, la mujer encendió el fuego de la cocina y abrió la llave del gas rápidamente. Tras eso, fue al encuentro de su marido.


Se oyó una enorme explosión. Tras eso, el sonido del fuego quemando algo. Y luego, la voz de Claudia diciendo: Paco Juan, no te preocupes más de esos desalmados


Y tras mudarse a la vacía casa de su hermano y vaciar la guarida de los ladrones, vivieron felices y comieron perdices.

Caperucita roja

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El soldado de plástico

Por José Salvadores Aristegui. 3º ESO


(adaptación del cuento “El Soldadito de plomo”)



Érase una vez un Action man al que le faltaba una pierna. Convivía con otros juguetes en el cuarto de Pepito, su enemigo era Ken el novio de la muñeca Barbie de quien el Action man estaba enamorado desde que llegó. La Barbie bailarina y el Ken eran de la hermanita pequeña de Pepito, Palomita. Ella jugaba todo el tiempo con sus muñecas y a veces le quitaba a Pepito el Action man para hacer de malo en sus juegos.

El Action man era un paracaidista del ejército del Aire, se lo habían regalado por su cumpleaños y Pepito no paraba de jugar con él.  Uno de sus juegos favoritos era tirarlo por la ventana agarrado por un cordel, mientras su hermanita esperaba abajo a que el paracaidista aterrizase.  Un día en que Pepito no estaba, su hermana quiso jugar con el muñeco y al tirarlo por la ventana no se abrió el paracaídas. Se le rompió una pierna que quedó despegada del cuerpo pero sujeta por los pantalones que llevaba.

Por la noche en la habitación de juegos de los niños los juguetes cobraban vida y hablaban entre ellos. Desde que el Action man se quedó cojo el Ken no paraba de meterse con él. La Barbie bailarina se compadecía de él y le animaba. Al final el Ken discutió con el Action man y acabó tirándole por la ventana abierta al río que pasaba por debajo.

A la mañana siguiente, Pepito fue a buscarlo y no lo encontró. Rebuscó por toda la casa pero no aparecía. Le echó la culpa a su hermana porque ya se lo había cogido sin permiso una vez. Aunque estuviese roto, seguía jugando con él y lo tiraba aún con su  paracaídas. Desde ese día utilizó al Ken en su lugar. Su hermana protestaba pero sus padres le dieron la razón.

Por la noche, Ken se quejaba de los tortazos que se daba contra el suelo, porque él no estaba tan preparado como el paracaidista. Barbie se acordaba también del pobre muñeco y le echaba de menos. Seguía muy enfadada con Ken a quien ya casi no hablaba.

También Pepito y Palomita añoraban al muñeco, era el juego más divertido que tenían. Un día, al verlos tan tristes y aburridos, su padre les dijo que les llevaba a pescar al río. Fueron con sus cañas de pescar y el primero en lanzar el anzuelo fue el niño, que enseguida notó que algo tiraba fuertemente. Pensaron que era un pez enorme y su padre tuvo que ayudarle a tirar del sedal para que éste no se rompiera con la fuerza. Poco a poco fue sacando lo que estaba enganchado pero se dieron cuenta de que no era un pez porque no se movía, solo que ofrecía resistencia porque era muy pesado.

Al dar el último tirón con la caña ¡qué alegría tan grande tuvo Pepito!, al final del sedal, enganchado al anzuelo estaba su Action man. Tenía la ropa algo rota pero estaba perfecto. Se fueron corriendo a casa para enseñárselo a su madre.

Esa noche en el cuarto de juegos los muñecos organizaron una fiesta de bienvenida al muñeco. Barbie sacó a bailar a todos los juguetes, menos a Ken.  De todos modos el antiguo novio de Barbie ahora ya no podía bailar porque se le habían roto las dos piernas al practicar paracaidismo.  Ahora los dos muñecos  charlaban animadamente mientras los demás daban saltos de alegría a su alrededor para festejar el regreso del Soldado.

FIN.

La sirenita Ariel

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El duendecillo

Tomás y Carlos 5º EP



En Rumanía, había una casa en la que se encontraba Juanito, un niño de 10 años, sólo leyendo un libro en el salón. Cuando terminó de leerlo subió a su habitación, en el momento de entrar, encontró la habitación llena de polvos que brillaban. De repente vio una cosa pequeña moviéndose muy rápido y desordenándolo todo.

Juanito intentó atraparla, pero no fue capaz, entonces puso una trampa en el suelo y esperó a que “esa cosa” cayera en la trampa. Poco rato después la cogió y vio que era un duendecillo, bajito y regordito. Entonces le pregunto de donde había salido y por que había venido. El duendecillo le respondió que era de Escocia y que sus padres le habían echado de casa porque era muy revoltoso.

Juanito, antes de hacer algo, lo vistió con un gorro verde, unas medias y un vestido para que no tuviera frío, también le dio de comer para que no pasara hambre y le enseñó a ser ordenado.

Al cabo de un rato, llegaron los padres de Juanito, éste escondió al duendecillo debajo de la cama y se metió dentro. Cuando los padres entraron en la habitación le apagaron la luz y se fueron a dormir.

El duendecillo empezó a llorar y Juanito no sabía qué hacer para calmarlo. Entonces, el duendecillo le explicó que tenía miedo a la oscuridad. Juanito le puso una linterna azul para que se callara, porque sino lo descubrirían sus padres. A la mañana siguiente Juanito salió de casa con el duendecillo y le dijo que volviera a Escocia y demostrara a sus padres que ya no era revoltoso para que le dejaran quedarse. Y Juanito y el duendecillo decidieron verse otro día.

Los tres cerditos

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CHAQUETIÑA VERMELLA

Andrea Piñeiro Vales (6º EP)



Chaquetiña vermella viña unha misión moi importante!

Sair da casa, atravesar a cidade e chegar á casa da súa avoa, que estaba enferma e, necesitaba medicinas e visitas!

Pero un ladrón ruín, grande e fortachón sigueuna.

— Debe ser rica como para levar esa roupa de luxo!, pensou o ladrón mentras lle preguntaba a onde ía.

E non estaba pensando nas medicinas! Entón o ladrón correu cara a casa da avoa e asustouna.

A avoa escondeuse no seu vestidor e o ladrón púxose o seu pixama e o seu colgante de diamantes e meteuse  na cama da avoa.

Cando Chaquetiña Vermella chamou ao timbre oíuse unha voz ronca.

— Entra.

— Ou, non!, pensou Chaquetiña Vermella. A avoa debe estar moi enferma.

A avoa, vista de preto, tiña un aspecto terrible!

— Avoa, qué fociño tan grande tes!

— É para ulir mellor ese perfume de CH que votas!

— Pero o meu perfume non é de CH, avoa!

Mentras lle daba as medicinas, Chaquetiña Vermella dixo: Avoa, qué ollos tan grandes tes!

E o ladrón votando un sorriso respondeu: Son... para ver mellor a chaqueta de charol vermello que levas, miña filla!

— Avoa, qué dentes tan grandes tes!

— Son para COMERTE mellor e roubarche todo!, berrou o ladrón saltando da cama.

Chaquetiña Vermella colleu o seu móbil de última xeneración coa pantalla táctil e chamou ao 112, e berrou tan forte que os veciños foron de seguida para ver o que pasaba.

Chaquetiña Vermella e a súa avoa salváronse dun gran roubo! VIVA!

CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO AMARILLO.

Caetán 2º ESO



Erase una vez una niña llamada Caperucita Roja. Un día su madre, que era mecánica de la escuderia Ferrari de Fórmula 1, mandó a Caperucita que fuese a la casa de la abuela y que le preguntase la estrategia de carrera que venía bien para      ese gran premio. Cuando Caperucita llegó le preguntó a la abuela qué estrategia debería seguir el equipo Ferrari para ganar el gran premio y derrotar a los Brawn. La abuela le preguntó a Caperucita dónde se celebraba el gran premio pero Caperucita Roja no lo sabía. Para llegar antes al box de Ferrari donde estaba su madre y preguntarle dónde corrían ese fin de semana la abuela le dijo a Caperucita que cogiese el coche en el garaje. Cuando Caperucita llegó al garaje se encontró con que había muchos coches y no sabía cuál coger. Caperucita volvió a la casa de la abuela y le preguntó cual podía coger y la abuela le respondió que podía conducir el Ferrari pero solo el Ferrari F50 porque el otro era demasiado potente. Caperucita salió del garaje con el coche. Iba ya por la mitad del camino cuando un Lamborghini se le acercó. Cuando ya lo tenía pegado reconoció que era un Lamborghini Murciélago y dentro iba un lobo. El lobo ordenó a Caperucita Roja detenerse y esta lo obedeció. El lobo se bajó del coche y se acercó al Ferrari de Caperucita. El lobo ordenó a Caperucita que bajase la ventanilla y esta la bajó. El lobo le propuso a Caperucita una carrera hasta la gasolinera de las afueras de la ciudad, Caperucita aceptó la propuesta y le dijo al lobo que el que perdiese tenía que invitar al ganador a una cena. Un oso que iba dando un paseo por allí cerca dio la salida y los dos bólidos empezaron a correr. Caperucita se adelantó en la salida ya que el Ferrari tenía mejor aceleración y fue en la cabeza hasta que llegaron a la ciudad. Una vez dentro de la ciudad el lobo con su Lamborghini adelantó a Caperucita y su Ferrari como una exhalación ya que el Lamborghini del lobo tenía montados neumáticos de lluvia y Caperucita neumáticos duros. Pero el lobo tuvo que parar poco después porque sus neumáticos se desgastaban antes que los duros y los tenía completamente destrozados. Cuando el lobo le estaba cambiando los neumáticos por otros de lluvia y echando gasolina a su Lamborghini Caperucita lo adelantó rápidamente, pero como seguía lloviendo Caperucita tuvo que parar a cambiar sus neumáticos por unos de lluvia y también a echar gasolina. Cuando Caperucita estaba echando gasolina a su Ferrari el lobo la adelantó rápidamente pero el lobo iba más cargado de gasolina y Caperucita no tardó en cogerle y adelantarlo.

Ya estaban saliendo de la ciudad cuando a Caperucita le sonó el móvil. Esta lo cogió y empezó a hablar por él con su madre. Esta le pidió que comprase en el supermercado un kilo y medio de percebes y tres o cuatro kilos de camarones. Caperucita ya iba a colgar cuando un policía la vio hablando por teléfono y  ordenó que se detuviese. El agente le puso una multa de 50 € y cuando le iba a retirar cuatro puntos del carné de conducir pasó el lobo a toda velocidad. El agente e policía se montó en su coche y empezó a perseguir al lobo. Caperucita tuvo suerte ya que no tenía carné de conducir y acababa de cumplir los trece años de edad. Caperucita arrancó y no tardó en adelantar al coche de policía y ponerse a la par del lobo y poco después despistaron al policía. Ya estaban los dos en la recta de meta, Caperucita en la cabeza y el lobo detrás. Caperucita ya se sentía ganadora y estaba pensando en la cena cuando de repente el lobo la pasa y gana la carrera. Cuando los dos se bajaron del coche Caperucita le preguntó al lobo cómo la había adelantado de esa manera y el lobo le contestó que su coche tenía KERS. El lobo se alegró y esa misma noche Caperucita Roja tuvo que invitar al lobo a cenar. Caperucita se olvidó de todo lo que le habían mandado y los dos Ferrari quedaron fuera de la carrera y los Brawn hicieron doblete. Y colorín colorado esta carrera se ha terminado.

BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS

Nuria Rico Alonso  1º ESO



Érase una vez, no hace mucho tiempo, vivía en un alto edificio de Galicia, una chica llamada Blancanieves. Blancanieves vivía en un dúplex alquilado a su madrastra. A Blancanieves le gustaba su vecino del quinto, Eduardo, que era médico, pero nunca le decía nada.

Un día, por culpa de la crisis, Blancanieves no pudo pagar el alquiler y la madrastra la echó de casa. Blancanieves buscaba piso, pero ninguno se ajustaba a su sueldo de limpiadora. Al día siguiente la echaron del trabajo porque veía mucho la televisión y no hacía sus tareas. Dos días después se acordó de que mientras trabajaba, había visto el anuncio en la televisión de “Enano busca esposa” y pensó que sería bueno encontrar un buen marido con el que superar la crisis. Entonces envió una carta al programa. A los dos días le respondieron siete enanos que vivían en el campo. Blancanieves fue al programa, le presentaron a los enanos, pero no eran lo que ella se esperaba: siete enanos despedidos de la mina que vivían todos juntos en una pequeña casita y que lo que más les gustaba era hacer el vago y comer puchero gallego. Al principio, Blancanieves pensaba que le estaban tomando el pelo, pero era verdad. Tendría que pasar ocho días viviendo en una mini casa, con siete enanos hasta que se acabara el programa.

Blancanieves no soportaba los olores y los trabajos del campo, y aunque le encantaba pasear por él, no sabía lo que era trabajarlo.

La madrastra se enteró de que su hijastra se estaba haciendo famosa y quiso deshacerse de ella, y no se le ocurrió mejor cosa que enviarle una cesta con frutas envenenadas. Cuando Blancanieves recibió la cesta, pensó la madrastra no era tan mala persona. Cogió una manzana que tenía muy buena pinta y le metió un buen mordisco. En cuanto la mordió se desmayó y los enanitos que también estaban con ella, llamaron inmediatamente al Hospital Universitario de A Coruña, donde trabajaba su vecino.

Al llegar al hospital, le atendieron con rapidez muchos médicos, y entre ellos estaba Eduardo, su vecino. Blancanieves estaba tan afectada que le dio un gran ataque y dejó de respirar. Pero en ese instante, Eduardo le empezó a hacer el boca a boca y al cabo de unos segundos se despertó. Blancanieves y Eduardo se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro y decidieron casarse.

Se casaron, y vivieron felices por siempre jamás.

As cabras larpeiras

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